10 marzo 2010

BARBARIE

Centenares de hectáreas de monte de Venus son inmisericordemente taladas cada día por millones de féminas que, armadas de terribles “Prestobarbas”, mejor llamadas prestobárbaras, convierten en desierto ese oscuro objeto del deseo que el poeta Rafael Montesinos describe como “... esa ensortijada gracia oscura/ cárcel de luz, recóndita angostura”.



Esta práctica aberrante, que atenta contra la estética, el erotismo y la sensualidad, nos ha llevado a un grupo de varones a constituir una organización no gubernamental (ONG) que hemos denominado “Defensores del Monte de Venus”, cuyo objetivo fundamental es evitar la tala despiadada de esa zona que el rey Salomón en su libro bíblico El cantar de los cantares, capítulo 8, versículo 14, define metafóricamente así: “Corre, amado mío, corre como un venado, sobre los montes llenos de aromas. Tu ombligo es un ánfora donde no faltan vinos aromáticos. Tu vientre, un haz de trigo rodeado de azucenas”.



Estos hermosos cantos del rey Salomón no tendrían hoy fuente de inspiración. El panorama actual es aterrador. Las prestobárbaras han convertido el monte de Venus, inspiración de poetas y cantores, en desérticas dunas. Esa zona que a mediados del siglo XX inspiró al poeta uruguayo Ángel Facal para decir: “... y tu vientre es una ofrenda/ de los más dulces venenos,/ donde florece la felpa/ en un triángulo perfecto”, ha perdido su encanto y apenas los Defensores del Monte de Venus estamos encontrando las causas.



Hemos descubierto que esta práctica empezó tímidamente con el acortamiento del bikini. El monte de Venus le fue cediendo espacio a la prenda invasora y las mujeres fueron reduciendo el tamaño del geométrico espacio del armiño. Matemáticamente la ecuación se fue configurando: a menor tamaño del bikini, menor tamaño del área sembrada del monte de Venus. Hasta ahí, la cosa era aceptable. Pero un día, por reducción al absurdo, el bikini se convirtió en tanga y entonces el espacio para el peluche en el monte de Venus se redujo a cero, con las tenebrosas consecuencias para la estética del cuerpo femenino desnudo, del erotismo y de la sensualidad.



Un monte de Venus talado comienza a sufrir una metamorfosis que todos los días atenta contra la estética y el erotismo. El primer día de la tala su apariencia es rosada y podríamos decir, con mediana ternura, que es como el “cachetito del Niño Jesús”. Los Defensores del Monte de Venus las hemos clasificado como Cucas Barbies, por plásticas e insípidas. Tres días después de la catástrofe ecológica, el “haz de trigo rodeado de azucenas” del rey Salomón adquiere la apariencia de un cachete de trompetista sin afeitar, con el agravante de que los folículos de los vellos están enrojecidos como volcanes a punto de eruptar. Este aspecto las ubica en la categoría Cuca Galeras. Su color rojizo no provoca ni la vista ni el roce de la mano. Al quinto día, la cúpula de estos volcanes se ha tornado blanca y las clasificamos como Cuca Nevado. Su apariencia gélida inhibe el beso tibio. De ahí en adelante va configurándose la que denominamos Cuca Erizo, porque sus púas convierten cualquier tipo de acceso carnal en una sesión de tortura. Hacerle el amor a una mujer en esta etapa es como fornicar en el catre de un fakir.



La sensualidad, que es la manera más rápida, efectiva y agradable de encontrar la felicidad, ha recibido un rudo golpe de parte de las “Taladoras del Monte de Venus”. Para el sentido de la vista, este triángulo equilátero ha perdido su encanto y los voyeristas están a punto de la sublevación. El sentido del gusto no soporta el disgusto de una Cuca Barbie, al del olfato le cambiaron los “montes llenos de aromas” por dunas desoladas y el noble sentido del tacto ha perdido su vellocino de oro, su vértice de visón, y ahora sólo cuenta con un desfiladero de espinas y de púas, al que cualquier carnicero compararía con una banda de tocino. Un monte de Venus acometido por el viento es música de hadas para el sentido del oído. A monte de Venus talado, oídos sordos.



Ante esta situación insostenible, los Defensores del Monte de Venus hemos iniciado una cruzada mundial contra esta práctica aberrante. El primer paso será de persuasión. Pero si fracasamos, vendrán terribles castigos para las taladoras. En adelante, la tala del monte de Venus será causal de divorcio, de rompimiento de noviazgo, de no pago en prostíbulos, de exclusión del portafolio de chicas prepago y de expulsión del reinado de Cartagena. Finalmente, la que persista en esta antiestética práctica será condenada a la del Desprecio, que es aquella que ejecuta el verdugo con la lengua del zapato.



¿No será esta tala de montes…, una de las causas del recalentamiento global?



Pues no esperemos a comprobarlo, actuemos con decisión y exijamos el retorno a la naturalidad.

05 marzo 2010

A day in the life of a med student.

This happened to me yesterday. I'm in my last year of med school and am spending a month in an outpatient internal medicine clinic working with "Dr. Jones."

Dr. Jones told me that the next patient, a 75 year old lady named "Mrs. Smith," was undergoing chemotherapy for a really early grade lymphoma. Not a big deal. Nowadays it's a chronic disease... you'll die with the lymphoma, not from it. Anyway, Mrs. Smith was presenting with a cough that was unrelated to her lymphoma. I went in to see Mrs. Smith.

"So Mrs. Smith, how long have you had this cough? any other symptoms? You coughing up anything?" etc. Then I say "So I understand you just finished chemotherapy. Is that correct?"

"yes."

"and that was for...?"

(no response)

"that was for...?"

(no response)

"that was for a lymphoma. Correct?"

"wait. I have lymphoma?"

[oh shit]

"um, yes. I was under the impression that you have a low grade lymphoma. Is that correct?"

"I have lymphoma?? I have lymphoma? are you saying I have lymphoma??"

"Well, you have a blood-based neoplasia. Is that correct? A lymphoma. Or a leukemia."

"I have leukemia??! What are you saying?? Oh no!!"

"well, I must be mistaken. Don't worry, I'll talk to the doctor about this and we'll square things out. Anyway, about your cough..."

I was in a panic. How could this woman not know that she had a lymphoma? She was undergoing chemotherapy for something. She had to know what it was, right? Maybe she was in denial and never actually heard the words lymphoma. I was so nervous. I was sweating bullets. I rushed through a throat and lung exam and ran back into Dr. Jones' office.

"Dr. Jones, you're gonna kill me. I told Mrs. Smith she has a lymphoma and she said 'I have a lymphoma??'"

She responds, "oh, well, we'll figure that out."

So we go into the room together. Dr. Jones sits down next to Mrs. Smith, puts her hand on her shoulder, looks her in the eye and says, "Mrs. Smith, you know you have a lymphoma, right?"

"Yeah, I do. I was just messing around with your med student."
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